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Las líneas zigzagueantes de más de cinco centímetros de grosor en las paredes asemejan a una escena dejada por un sismo. Pero no, es el colegio Alfred Binet, del barrio Buenos Aires, en Medellín, cuya estructura está a punto de desplomarse y pone en riesgo la educación de 350 niños y adolescentes.

Ante el colapso inminente de la edificación, construida hace más de 90 años, los estudiantes fueron acogidos en un convento cercano, la institución educativa religiosa Madre Laura, que solidariamente les abrió sus puertas para que los menores no perdieran clase.

El pasado 17 de agosto un equipo del Departamento Administrativo de Gestión del Riesgo de Desastres de Medellín inspeccionó el lugar tras la notificación de los docentes de las profundas grietas en las paredes. De inmediato, el personal de riesgos recomendó evacuar el colegio y así lo hicieron para no poner en peligro la vida de los estudiantes.

La coordinadora académica del plantel, Viviana Alzate, comentó al diario El Colombiano que obras de construcción de un edificio contiguo fueron las que generaron las grietas en el colegio.

La docente explicó que la excavación realizada por una constructora para levantar un edificio de cinco pisos cercano originó las grietas en la estructura del colegio y por esa razón entró en riesgo de colapso. Con escepticismo dice que la constructora les prometió asumir los costos, pero la institución duda que finalmente hagan la reparación.

“La constructora no ha entendido la dimensión de lo que es un colegio. Ellos dicen que van a arreglar la sede y nos la entregan en tres meses, pero eso no es así de sencillo. Nosotros tenemos que certificar ante la Secretaría de Educación que estamos en un sitio seguro para los niños y eso no lo vamos a lograr en tres meses”, advirtió Alzate.

Como pudieron, los docentes y el personal administrativo sacaron todo lo que tenían en el colegio, pupitres, televisores y computadores. Sin embargo, se queda en incertidumbre lo más valioso: la educación de calidad para los niños.

Agradecen a las religiosas de la Institución Educativa Madre Laura les brindaran cobijo en esta situación de emergencia. Sin embargo, el espacio que les cedieron no es gratuito, ya que deben pagar un arriendo de $2 millones de pesos, mucho más costoso de lo que pagaban en la antigua casona agrietada, según refirió la coordinadora Viviana Alzate. “Nos hemos gastado 50 millones de pesos en arriendo y trasteos de cosas. El daño hecho no se ha compensado”, lamentó la educadora esperando una pronta solución.

En representación del dueño de la casona del colegio con fallas estructurales, Álvaro Ramírez, declaró al medio antioqueño que esa casa es una estructura muy vieja y acoge desde hace 33 años al colegio. “No sabemos si se salvará o si se vendrá al suelo. Si pasa lo primero, se seguirá arrendando al colegio”, aseguró.

El ingeniero a cargo de la obra contigua al colegio, Jhon Jaime Buriticá, explicó que, pese a seguir todas las indicaciones del estudio de suelos, el terreno sufrió un “asentamiento fuerte”, provocando las enormes las grietas en las paredes de la casa.

Realizar la reparación de esta estructura será un gran desafío, pues tendrán que instalar unas pilas de soporte que van hasta 14 metros de profundidad. Entre cada una de las pilas, afirma el ingeniero, irá un muro de contención, formando así una “cortina de concreto. “Ese muro servirá para contener el lote, para que la tierra no ceda, y que la casa no se caiga”.

Por su parte, la constructora Fraguar S.A.S se responsabiliza de lo que le sucedió a la casa del colegio. “Asumimos el gasto de traslado hacia la nueva sede y el canon de arrendamiento”, dice Buriticá. Y agrega que harán las obras de repotenciación de la casa en tres meses.

Sin embargo, Alzate se quejó de que la constructora Fraguar no se responsabilizó del costo del traslado y que les envió un acuerdo para asumir el arriendo. “No aceptamos el acuerdo porque no es justo. Con eso no podemos pagar por estar en la sede”, alegó la docente esperando que sus alumnos terminen el año escolar en una sede adecuada.

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