Por: Camilo Pardo Quintero

Floricultores calculan que el 80 % de los ingresos que recibe este corregimiento antioqueño proviene de las actividades de la feria. En medio de la crisis, buscan alternativas para mantener el negocio.

Martín Atehortúa viene de una tradicional familiar de silleteros en Santa Elena, Antioquia. Su abuelo, Agustín Atehortúa, fue uno de los fundadores del tradicional desfile que hace parte de la Feria de las Flores y desde niño se ha dedicado al cultivo de astromelias y pompones para armar las silletas tradicionales que lo han llevado a ganar más de quince premios en varias ediciones de la feria.

Sin embargo, este año las cosas han sido diferentes. En medio de la crisis sanitaria por la pandemia del coronavirus, tanto Atehortúa como los otros 419 silleteros que participan en el evento han tenido que cambiar las dinámicas en sus cultivos para solventar los problemas financieros.

“Santa Elena respira flores. Acá todo el año hablamos de las preparaciones para la feria y casi el 80 % de la economía en nuestro corregimiento se sostiene con lo que pasa en este evento. Pero con este año atípico nos tocó reinventar la unidad productiva, menguar la flor, porque no hay comercialización interna ni externa; entonces, junto con mi papá estamos con cultivos de papa, zanahoria, lechuga y tomate para seguir adelante”, comenta Atehortúa.

Para mantener la edición 2020 de la feria, según ha dicho el alcalde de Medellín, Daniel Quintero, se adoptarán estrictas normas de aislamiento, en ningún evento habrá público y todas las actividades se transmitirán por internet y canales regionales de televisión.

Y aunque el evento se mantiene, la pandemia ha disminuido la demanda de flores, y Martín y su familia han tratado de trasladar su negocio a las plataformas digitales para vender las flores: “Valoramos que la tradición se va a conservar este año, será un incentivo para nosotros; pero si nos quedamos quietos no vamos a vender nada. En la corporación nos han ayudado con algunas ventas, pero nosotros por nuestra cuenta también hemos usado métodos virtuales para alcanzar más clientes. Lo triste es que pocos silleteros tenemos la posibilidad de utilizar este tipo de dispositivos. Hay unos que dependen de las ventas tradicionales o que solo se dedican a ser floricultores y se pueden varar con las otras cosechas; pero al final del día entre todos nos ayudamos”, señala.

Ángela Patiño, presidenta de la Corporación de Silleteros de Santa Elena, dice que están tocando las puertas de la Alcaldía de Medellín y de la Gobernación para darles un subsidio económico a los 420 silleteros, con el fin de que no se vayan a la quiebra y que esta tradición pueda perdurar. “Le vendimos 17 silletas solidarias al municipio de Medellín, en homenaje a los trabajadores de la salud que nos están salvando en estos momentos, y con ese dinero le pudimos dar un mercado a cada silletero; pero de todas formas seguimos insistiendo para que las ayudas se mantengan”, sostuvo. Agregó que el pasado 14 de mayo presentaron ante el Consejo y la Alcaldía de Medellín una petición para que su corporación entre en los intereses del Plan de Desarrollo Municipal en un mediano plazo.

Sin embargo, preocupa que la situación económica durante el último trimestre ha sido crítica para Santa Elena. “Entendemos que en las prioridades para asistir a la población durante la pandemia no estén las flores, pero considero preocupante que los agroquímicos no se encuentren entre los productos que han bajado de precio. Un bulto se mantiene en los $115.000 y muchos de nuestros silleteros y campesinos no pueden asumir esos costos bajo estas condiciones”, manifiesta Patiño.

Según sus cálculos, se tenían preparadas ventas para la antesala de la feria que rondaban los $900 millones, pero en el último trimestre apenas se han vendido $10 o $12 millones; es decir, registran pérdidas cercanas al 90 %.

Para Fernando Sánchez, silletero tradicional desde hace más de treinta años, la crisis ha hecho que todos busquen alternativas económicas. En años anteriores, se dedicaba a trabajar durante dos o tres meses en las silletas monumentales, adornándolas con girasoles y gladiolos, principalmente. Al igual que la familia Atehortúa, Sánchez ve la necesidad de dedicarse a otros cultivos para seguir en pie con la financiación de su silleta.

“Ahora junto con mi socio estamos trabajándole a la papa, porque sabemos que en estos momentos la comida manda la parada. Sé que va a haber feria, pero no será lo mismo, porque no nos veremos en punto cero como siempre y porque para pagar nuestras silletas ahora toca con el bolsillo más apretado”, afirmó.Para reinventarse desde la tecnología, a Fernando le tocó acudir a su familia para pedir semillas por internet desde Canadá y así solventar el hueco que le dejó el Día de la Madre, fecha en la que dijo que no pudo vender casi nada por la falta de pedidos. “Menos mal hay feria, pero desde el fondo de mi corazón siento desde ya el cambio, porque las silletas no las cargamos nosotros, sino lo hace el público con su ánimo y sus aplausos”, concluyó.

Información tomada de: www.elespectador.com

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