Los afectados dicen que estos teléfonos son su única forma de comunicarse con otros familiares, pues aún no aprenden a manejar celulares y otros dispositivos. FOTO Edwin Bustamante
A pesar de los múltiples intentos de sus hijos y nietos Gilma Henao no aprende a manejar el celular. Le cuesta entender cómo marcar o contestar llamadas, lo pierde de vista, no escucha cuando suena y aprender a desbloquearlo fue un reto que costó semanas.
Para ella, el teléfono fijo es la forma de conectarse con los suyos, de saber cómo pasa la vida allá fuera, en medio de esta cuarentena, mientras ella se resguarda en su casa ubicada en Laureles. Sin embargo, desde hace aproximadamente un mes y sin una explicación clara, su servicio de telefonía quedó suspendido, lo que la dejó incomunicada.
Como Gilma, muchas personas se encuentran sin teléfonos fijos en Medellín y el Área metropolitana. Mari del Socorro Henao, por ejemplo, vive en el sector de El Nogal y se encuentra sin servicio desde hace dos meses.
“Por acá casi todos somos muy mayores, estamos varados sin poder llamar a pedir un mercado o a preguntar por citas médicas y nos piden que tengamos un modem de internet para reconectarnos al servicio”, me cuenta mientras hace énfasis en que no tiene internet porque no sabe cómo usarlo, y adquirirlo en un paquete supone para ella un gasto innecesario.
Para los usuarios que han llamado a reportar el problema, como Sandra Patricia Cadavid, residente del occidente de la ciudad, “la respuesta siempre ha sido que se robaron algún cable y que están trabajado para hacer las reposiciones y solucionar el problema”.
Sandra me dijo que cada vez que llama _irónicamente para buscar ayuda debe llamar a una línea fija- le responde una contestadora por lo que, señala, es difícil contactarse con un asistente para explicar su problema.
¿Qué pasa?
Averigüé con la compañía de telecomunicaciones Tigo —que es la prestadora del servicio en varias zonas de Medellín y el Área Metropolitana donde se ha presentado el problema— y me dijeron que se trata de una falla que ha venido en aumento desde el inicio del aislamiento preventivo obligatorio, debido a un incremento en los robos de los cables necesarios para que llegue el servicio hasta los hogares.
Según la compañía, si se compara con 2019, el robo de infraestructura aumentó un 325 % con un reporte de 440 casos de hurto de infraestructura de cables de cobre, fibra y baterías, en el primer trimestre del año.
En un comunicado, la empresa reconoció que “debido al aumento exponencial de los hurtos (que ocurren de forma simultánea en distintos puntos), los tiempos de reconexión se han incrementado en la ciudad y el stock de insumos, en su mayoría importados, está escaseando”.
Con este panorama, las familias con las que conversé piden que se reconecte cuanto antes el servicio, al menos en los casos de los adultos mayores que necesitan sus teléfonos para mantener la comunicación.
De no ser posible, “que se suspendan los cobros, porque la factura de la cuota básica sigue llegando a pesar de que no se puedan enviar ni recibir llamadas”, me dijo Sandra.
¿Qué sigue?
El presidente de Tigo, Marcelo Cataldo, reconoció que “en esta coyuntura, en las que todos los miembros de la familia están en el hogar, no tener servicio de internet o telefonía por horas es una afectación muy compleja. De esta conectividad hoy depende que podamos seguir trabajando, estudiando, informándonos, etc” e hizo un llamado a las autoridades y la comunidad a prevenir los hurtos.
“Todos podemos colaborar. Para robar elementos como cable de cobre se requiere de al menos entre 10 y 15 minutos. La invitación a nuestros usuarios, y a la comunidad en general, es que llamen a las autoridades cuando noten movimientos sospechosos alrededor de postes y gabinetes de telecomunicaciones. La única forma de combatir este problema es con trabajo mancomunado de todos los que hoy somos víctimas de estas bandas”, me explicó Cataldo.
Información tomada de: www.elcolombiano.com