La revolución de los nómadas digitales ha llegado para quedarse. Algunos expertos definen los nuevos tiempos como los del capitalismo digital. Sobre todo, durante y después de la pandemia, cuando cambió la manera de trabajar. Al tiempo que se han impuesto las nuevas tecnologías, el trabajo en casa, o desde el parque o desde una cafetería, se abre a velocidades prodigiosas.

Sí: hay que ir a la oficina de vez en cuando. No todo sucede desde la distancia. Se impone el llamado trabajo híbrido. Más allá de la revolución híbrida: la paradoja del trabajo flexible en Latinoamérica, un estudio reciente en Colombia de WeWork y Michel Page, pone en evidencia que la mayoría de los trabajadores del país están contentos con esta nueva modalidad laboral; especialmente los jóvenes

Cuestión generacional

A los jóvenes ser nómadas digitales les parece lo más normal del mundo. Los pertenecientes a los millennials (nacidos entre 1981 y 1996) aseguran, por ejemplo, que el modelo híbrido contribuye a la salud mental. Así lo afirma el 97 % de ellos en América Latina.

Los menos confiados son los baby boomers (nacidos entre 1946 y 1964), que miran con reticencia el cambio. No obstante, más de la mitad, un 61 %, acepta que contribuye al buen estado mental.

Desde España, Joan Sanchis, profesor de Economía Aplicada de la Universidad de Valencia, expresó recientemente al diario El País: “Ha cambiado mucho lo que las personas esperan ahora del trabajo. Los jóvenes tienen cada vez más claro que el salario no es lo único que buscan. El gran propósito es el desarrollo vital […] Algunas empresas se están viendo empujadas a plantear mucha más flexibilidad en la presencialidad para retener talento”.

De hecho, en América Latina, según el informe mencionado, los jóvenes ven más desventajas en la mera presencialidad que en el trabajo híbrido. Argumentan que se pierde tiempo en los desplazamientos, hay poca autonomía y mayor distracción laboral.

Colombia dice sí

Colombia es uno de los países con mayor aceptación hacia esa modalidad. Según el estudio, el 80 % de los encuestados se muestra a favor de ella. “Lo que hoy observamos en Colombia es una muestra del cambio de 360° que sufrió el mercado laboral”, explica Juan Carlos Peñaloza, gerente regional de WeWork en Colombia y Costa Rica. “Ya las personas no quieren permanecer estáticas en un solo lugar, sino que prefieren tener opciones flexibles que les permitan movilizarse y viajar sin que esto represente un obstáculo para el desarrollo de sus actividades”.

El estudio evalúa el impacto positivo de la flexibilidad en los colombianos en diferentes aspectos: en productividad ha sido del 85 %; en salud mental, del 81%; en identidad, del 80 %; en procesos creativos, del 73 %; en oportunidad de crecimiento, del 69%.

Trabajo híbrido

Está claro, como el título de un libro del consultor español Albert Cañigueral, que El trabajo ya no es lo que era. Según la investigación de WeWork y Michel Page, el 61 % de los encuestados afirma que si tuviera que elegir un esquema de trabajo, el modelo híbrido sería el escogido gracias a la flexibilidad que otorga y a los beneficios que genera en el entorno personal y profesional.

Más allá de la satisfacción personal de los empleados con el trabajo híbrido, los indicadores económicos parecen acompañarlo. Un 85 % de los encuestados en el estudio estima que contribuye a aumentar la productividad, además de potenciar la creatividad. Además, mejora las ganancias de las empresas.

Según el español Carlos de la Torre, socio del área laboral de los abogados Gómez-Acebo y Pombo y vicepresidente de la Asociación de Directivos y Profesionales de Relaciones Laborales en España, el “trabajo híbrido ha sido un éxito sin precedentes. Esto hace que los conceptos clásicos de dónde, cuándo y cómo se trabaja estén en fase de búsqueda de equilibrios virtuosos”.

Puntos complicados 

La revolución de los nómadas digitales, sin embargo, no cobija a todos los trabajadores. Sectores como la hostelería y la construcción requieren la presencia de sus empleados. Aunque se benefician de la automatización, lo que agiliza los procesos productivos, deben acudir a los hoteles y a las obras para ocuparse personalmente de muchas labores.

Cañigueral expresa que la automatización, la inteligencia artificial y la especialización no están mejorando del todo la vida de los trabajadores. “Hay que distribuir mejor los beneficios de la digitalización, que no vaya solo a los márgenes de las empresas”, sostiene. “Ese es el debate más importante en términos sociales”, agrega.

Konstantinos Pouliakas y Jasper van Loo, expertos del Centro Europeo para el Desarrollo de la Formación Profesional (Cefedop, una agencia de la Unión Europea), expresaron a El País que, con la automatización y la inteligencia artificial, “no nos dirigimos a un futuro sin trabajos. Hay mucho temor a ello, pero la automatización masiva no va a suceder. El futuro tiene más que ver con la transformación de tareas”.

Sin embargo, es un hecho que la automatización y la inteligencia artificial han conducido al despido de muchos trabajadores en el mundo, y que ellos han tenido que reinventarse para poder sobrevivir. Automatización e inteligencia artificial no reemplazan la inteligencia humana. Eso lo saben muchos consumidores de bienes y servicios que deben entenderse con máquinas que no les resuelven sus problemas.

Al lado de estos aspectos negativos, no hay duda de que, como lo señala el estudio, “la adopción de nuevas dinámicas laborales surge, en gran medida, como estrategia para incrementar la productividad y la flexibilidad, impactando positivamente aspectos como la identidad y lealtad a través del incremento en la calidad de vida y el balance entre vida personal-profesional”.

La revolución de los nómadas digitales parece imparable y desde ya no solo es una nueva forma de trabajar, sino una nueva manera de vivir.

TOMADO DE: https://www.eltiempo.com/

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