Esta enfermedad es la segunda comorbilidad que más padecen pacientes que han muerto por coronavirus. Un estudio reflejó que en las regiones más afectadas por el virus el riesgo de letalidad fue 50 % más alto en personas con diabetes.

Desde diciembre de 2019 el mundo se enfrenta a un brote sin precedentes. Un virus que sacó a la luz problemas estructurales en la salud pública como la presencia de enfermedades crónicas previas que agravan los cuadros clínicos de COVID-19 y aumentan la cifra de víctimas mortales. Algunos estudios sugieren que la presencia de comorbilidades oscila entre el 23,2 y el 51 % de los pacientes en el mundo. Las enfermedades más frecuentes son las cardiovasculares, en particular la hipertensión arterial y la diabetes. Patologías que van de la mano y que se convirtieron en un obstáculo para superar el coronavirus, que hasta la fecha se ha llevado más de 30 mil vidas.

La diabetes, también denominada como la epidemia del siglo XXI, es la segunda comorbilidad que más muertes causa en pacientes de COVID-19. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), esta enfermedad afecta a más de 422 millones de personas en el mundo y se calcula que para 2030 la padecerán 560 millones. “En Colombia tenemos una prevalencia de diabetes del 7 %”, señaló Dilcia Luján, endocrinóloga de la Asociación Colombiana de Diabetes. De 547 muertes por coronavirus, reportadas por el Ministerio de Salud con la comorbilidad especificada, 90 personas, es decir 16 %, han muerto por diabetes más otra enfermedad crónica.

En el caso de Colombia, se han encontrado combinaciones de enfermedades crónicas previas, fenómeno también conocido como multimorbilidad. “Los perfiles de multimorbilidad fueron más frecuentes en las personas que fallecieron por COVID-19 que tuvieron una infección no letal. Este concepto señala que además de las enfermedades aisladas, lo que genera mayor vulnerabilidad es la combinación de varias comorbilidades. En el caso de diabetes, lo interesante es que hay varias combinaciones que tiene la diabetes como la de hipertensión y en los mayores las enfermedades cardiovasculares”, señalaron los epidemiólogos Julián Fernández Niño y Javier Idrovo de la Universidad Industrial de Santander.

Para los expertos, es claro que los pacientes con diabetes son más susceptibles a las infecciones en general, y esta fragilidad ya ha sido investigada en epidemias previas de coronavirus. En un estudio publicado en Cell Metabolism se estableció que la diabetes avanzada, también llamada tipo 2, fue la primera comorbilidad asociada con infecciones graves o letales de MERS-CoV en 2012. En el caso del SARS-CoV-2, un estudio publicado en The Lancet reflejó que en las regiones más afectadas por el virus el riesgo de un resultado fatal de COVID-19 fue 50 % más alto en pacientes con diabetes.

Esta es una enfermedad crónica que debilita el sistema inmunológico, encargado de combatir las infecciones que atacan al cuerpo. “La respuesta de defensa contra el coronavirus que tendrá un paciente con diabetes va a ser insuficiente o exagerada como una tormenta, lo que va a causar una reacción peor”, agregó Pilar Chacón, endocrinóloga de la Asociación Colombiana de Diabetes.

Cuando un microorganismo entra al cuerpo, el sistema inmunológico responde de varias maneras. Una de estas etapas involucra a las células blancas, divididas en leucocitos y neutrófilos, que tienen como misión atacar y desaparecer la infección. Pero cuando estas sustancias que son inflamatorias tienen una sobrecarga, como pasa en el caso de los pacientes diabéticos, la respuesta del cuerpo no es la ideal. “La respuesta va a ser exagerada y se va a generar una sobrecarga de sustancias que van a perpetuar el proceso inflamatorio que se genera frente a una infección. Por eso hay tanta complicación respecto al COVID-19. Ese es el miedo de que el paciente diabético que no esté controlado se infecte”, señaló la endocrinóloga Chacón.

A estas inquietudes se suma una dificultad más: se estima que cerca del 50 % de la población afectada por la diabetes no sabe que la tiene, razón que impide hacer estimaciones sobre quienes padecen un riesgo más alto de agravarse si se contagian de COVID-19. “Desconocer que se tiene diabetes hace que no se controlen las infecciones que se contraen; los toma por sorpresa y aumenta la mortalidad”, concluyó la endocrinóloga.

La Organización Mundial de la Salud reportó en 2019 que cerca de 62 millones de personas en América Latina padecen de esta patología. La razón, según los expertos, son las dietas ricas en calorías, el sedentarismo y la genética. “Nosotros tenemos una genética susceptible, y si a eso le agregamos malos hábitos en esas poblaciones, el COVID-19 entra y va a hacer que los servicios de salud colapsen, porque las personas tienen un escenario perfecto para el peor pronóstico”, señaló Dilcia Luján. Esta comorbilidad, con alta prevalencia en el continente, puede ser una de las principales razones por las que se agravan los pacientes infectados que requieren hospitalización en unidades de cuidados intensivos.

Sin embargo, para algunos expertos como Alfonso Rodríguez, vicepresidente de la Asociación Colombiana de Infectología, esta es una conclusión aún prematura. El tema no está claro, para eso habría que tener mucha seguridad del comportamiento epidemiológico de cada país de la región, y la vigilancia epidemiológica no es tan fuerte como se quisiera. El estado de conocimiento de la prevalencia de muchas enfermedades crónicas reside más en estudios puntuales que en el control del gobierno”, dijo a El Espectador.

Otras comorbilidades

Cerca del 50 % de los pacientes hospitalizados con COVID-19 en Wuhan, referenciados en un estudio publicado en The Lancet, presentaron comorbilidades subyacentes: 20 % tenían diabetes, 15% hipertensión y otro 15 % enfermedades cardiovasculares. Son tres tipos de patologías crónicas que van de la mano y coexisten, en la mayoría de los casos, en los mismos pacientes. “Es una asociación muy frecuente. Diabetes e hipertensión van de la mano; son factores de riesgo para enfermedades cardiovasculares”, señaló Javier Moreno, cardiólogo de la Sociedad Colombiana de Cardiología y Cirugía Cardiovascular.

La hipertensión arterial, además de ser factor de riesgo para quienes contraen COVID-19, también se convirtió en una dificultad para los pacientes por la infección del coronavirus. “Este no solo lo lesiona, sino que hace que de manera desproporcionada se liberen sustancias que generan inflamaciones. Esta situación que produce el COVID-19 se llama una miocarditis, y es fulminante. Si hay un paciente con coronavirus, y dentro de su cuadro clínico tiene miocarditis, el pronóstico es realmente malo”, agregó Moreno. En Colombia la prevalencia de esta enfermedad es del 24 %, es decir, una de cada tres personas en el país la padece.

Para los expertos, es claro que si estas dos enfermedades están siendo controladas y monitoreadas periódicamente el riesgo disminuye. “Si eres diabético este es el momento de tu vida en el que debería preocuparte por tener el mejor control metabólico posible para defenderte del COVID-19”, señaló Dilcia Luján. La responsabilidad del cuidado de la enfermedad en estos momentos recae, en su gran mayoría, en el compromiso de cada persona. “El paciente está en cuarentena, pero sus enfermedades crónicas no. La persona está encerrada en la casa, pero sigue siendo diabético o hipertenso. Si el paciente deja de lado su tratamiento cuando todo pase vamos a estar llenos de complicaciones graves que se dejaron de hacer por miedo y que pudieron ser prevenibles”, concluyó Moreno.

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